Llegó, al fin, el estreno de El Conde Drácula y qué mejor lugar que en la coctelería Slow, con su oscuridad y sus lucecitas polaroids ochenteras que adornan pero no matan a un vampiro. Rodeados de nuestros amigos de ahora, de los de antes y de los de mucho antes (todos bien juntos pero no revueltos), tuvimos recuerdos para nuestra profesora guineana favorita, para la veinteañera Elisa que le hacía tirabuzones a Serge, para nuestros guitarristas favoritos que tanto hicieron por este proyecto musical, y para cualquiera que se atreva a dejarse querer por un vampiro. Hermes, desde su cabina Star Trek hizo sonar el sonido. También apareció nuestro querido Ruf y su armónica-croqueta iluminando nuestras últimas canciones del día con un toque blues y de lisergia garajera que tanto le/nos gusta. Mencionar el éxito del Photocall vampírico, que le dió un toque cool transilvano a la calle París y por el que pasamos todos a retratarnos en algún momento de la tarde-noche barcelonesa. Agradecimientos y abrazos a todas las personas. Volveremos!
Foto by Carlos Ruf