The Monks «Blank monk time» (1966)
Más duros y cortantes que cualquier grupo de su época. Su estilo repetitivo y machacón con banjo distorsionado y órgano psicótico, pero con canciones detrás, me fascina. La imagen que tenían era tan rara como su historia (cinco soldados yankees en base alemana que deciden montar un grupo y se visten como monjes y se rapan una coronilla gigante horrible, asesorados por dos artistas visionarios alemanes). Debería estar en el top five de discazos rockeros minimalistas de la historia junto a otros más reconocidos como el «Fun House» de los Stooges o el primero de Suicide.
NRBQ. El 90 % de su discografía. (1967-2013)
Lo reconozco, soy super fanático de NRBQ. ¡Y cada vez más! Pero I’m not the only one, en serio. Debe ser el grupo que mejor ha sabido estar fuera de moda en cada momento de sus más de 40 (!) años de historia, y eso en un mundo como el del pop-rock (cada vez más parecido al frívolo mundo de la moda) se paga caro. Canciones que quieres escuchar una y otra vez, melodías a la altura de los innombrables; carismáticos, divertidos y adictivos como ningún otro grupo. No tengo miedo en declararlos The best unknown band ever.
Jacobites «Robespierre’s Velvet Basement» (1985)
Lo descubrí gracias a Tom Waits, que lo recomendaba en una entrevista. No tienen nada que ver con él o quizás todo. Esas canciones entre pop melancólico y junkie-rock, entre melódicas y desafinadas, son irresistibles al cabo de varias escuchas (sí, varias escuchas, oyente medio de hoy en día que solo escuchas una vez una canción y ya conoces perfectamente a ese grupo y puedes pasar a bajarte el siguiente)
Lyres «Lyres Lyres» (1985)
Portada rosa horrible que no tiene nada que ver con su contenido: un temazo tras otro de garage-rock sesentero en los 80 con un sonido especialmente bueno para la época. Más «propio» que otros discos revivals de la época, es un subidón escucharlo cada vez.
XTC «White music» (1978)
Supongo que todos lo habréis hecho alguna vez: compraros un disco a ciegas, sin tener ni idea de quien es el artista/grupo en cuestión. Me pasó con este, concretamente era un cassette. Y me gustó tanto que quise repetir la experiencia, creyendo en mis poderes especiales para descubrir discazos. Pero claro, no funcionó. «White music» es un disco tan raro como atractivo. Siendo yo teclista, me volvió loco escuchar esos teclados tan histriónicos y divertidos en esas canciones adrenalínicas y me abrió la mente como músico, sin duda. La versión de Dylan/Hendrix es alucinante.
Ultravox! «Ha! Ha! Ha!» (1977)
Los conocí por la misma época que los anteriores y en mi mente siempre los asocio. Igual de originales y certeros arreglando las canciones. Ese violín desquiciado tan cercano a la viola de John Cale en la Velvet, pero con un estilo muy personal, me atrapó enseguida. Como los XTC, son un subidón de energía.
Herman Brood «Shpritsz» (1978)
Los siguientes dos discos que comento se trata de discos muy relativamente desconocidos, dependiendo totalmente en que país te encuentres. En el caso de Herman Brood, se trata del llamado Rey del Dutch Rock (Rock holandés). Una leyenda rockera en su país pero muy poco conocido fuera de él. «Shpritsz» es quizás su disco más redondo. Personaje carismático, una verdadera estrella, un Elvis holandés pasado por el filtro pub-rock-punk de su época. Se suicidó saltando desde lo alto del hotel Hilton de Amsterdam a los 54 años en plena decadencia física tras 30 años de excesos con las drogas más duras.
Charly García. Toda su discografía. (1972-2013)
Otro «Rock’n’Roll junkie» pero que todavía sigue vivo (contra todo pronóstico). Un Dios en Argentina, a la altura de sus mitos futbolísticos. Un genio musical y personaje adictivo y carismático como el que más. Sus grandes canciones son tan grandes como las de cualquier estrella reconocida del pop de la historia que se te ocurra. En un mundo globalizado positivamente estaría en el mismo altar que cualquiera de ellos. Si profundizas en él no te lo acabas.